El pasado Domingo de Resurrección una amiga comentó en twitter que hay restaurantes en los que los comensales pagan por ser maltratados y mi respuesta inmediata fue que algunos, verdaderamente, se lo merecen.
Durante todos mis años en el mundo de la restauración tengo que admitir que el sector masculino se lleva la palma en cuanto a proposiciones indecentes y desplantes, aunque alguna fémina me haya llegado a sacar de mis casillas alguna vez.
Voy a hacer un repaso de las cosas que se me han quedado clavadas en la memoria y, en grado de insulto máximo, en el alma, para que podáis ver que, realmente, algun@s element@s deberían ser contestados sin que ello pudiera repercutir en el futuro empleo del/a camarer@.